La gloria, una copa de latón y un gran plato de mole con pollo era todo lo que el ciclista que llegará primero se llevaba a casa en las clásicas "moleras". Hoy muchas de esas tradicionales carreras han casi desaparecido y solo nos quedan las fotos de un pasado ingenuo, romántico y apasionante que atestiguan que antes el ciclismo tuvo un candor que las competencias de hoy no tienen.